miércoles, 24 de agosto de 2011

¿Vale la pena sufrir?


María desde la Anunciación es consciente de que va a participar en los sufrimientos de su Hijo: Belén, Simeón, Huída a Egipto, y en especial en el Calvario, mediante sus sufrimientos complementa lo que falta a la pasión de Cristo. Los que siguen a Cristo participarán de estos sufrimientos; es el Evangelio del dolor que Cristo no esconde. El dolor se intensifica en determinadas épocas de la historia personal y del mundo, pero se vuelve victorioso en ambos planos desde la resurrección; por eso Cristo conserva sus llagas en su cuerpo resucitado. Cuando se experimenta así el sufrimiento, éste transforma al hombre (S. Francisco de Asís, S. Ignacio de Loyola) El camino es largo, pero llega a ser fuente de gozo. Se experimenta personalmente a Cristo mismo, junto con María como madre, por la fuerza del Espíritu Santo. El sufrimiento y la enfermedad que aparecieran inútiles, se tornan en lo más útil, de sensación deprimente se vuelve acción productiva de salud: es insustituible fuente de salvación para la humanidad pues hace actual la misma redención perenne gracias al sufrimiento de Cristo; hace que venzan las fuerzas del bien a las fuerzas cósmicas misteriosas del mal. Al participar en el sufrimiento de Cristo se obtiene una especialísima parte del infinito tesoro de la Redención. Así, y no sólo en teoría, se comprende cordialmente el dolor.

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