lunes, 29 de agosto de 2011

Casino Royal


A propósito del brutal crimen cometido en el Casino Royal de Monterrey, N.L., la reprobación nacional es patente, se le ha calificado de algo que sobrepasa cualquier crimen y se le ha llamado “Terrorismo”. Estamos de acuerdo. Pero no basta con lamentar lo acaecido y reprobarlo completamente. Hay que ir a las raíces de este nefasto crimen y atacarlo desde las mismas. No me parece difícil que estemos de acuerdo en señalar que las últimas raíces sean la carencia de valores que normen los criterios de acción. Sin embargo, hablar de valores en general no parece que sea tan eficaz. Habrá que ser más concretos. En mi opinión son en especial dos valores de los que carece completamente el crimen organizado y que hay que inculcar a todos desde la misma niñez. Estos valores son la vida y la propiedad. La vida es el valor sumo. Sin la vida nada se hace, con la vida, todo. El respeto a la vida es el derecho fundamental de todo ser humano. Su violación es la destrucción no sólo de la persona que se mata, sino de toda la sociedad. Dios nos ha dicho claramente, “no matarás”. La vida es el sustento sobre el cual descansa todo. Es el “sustantivo” sobre el que pueden venir después todos los adjetivos calificativos. Debemos convencernos a todo nivel que la supervivencia es el valor absoluto que debemos siempre proteger, que no hay nada que le aventaje. Dios es la misma vida; a Él le pertenece, nosotros no somos más que administradores de la cual no podemos disponer. El segundo valor es la propiedad, que constituye el conjunto de requisitos para poder vivir. Es cierto que la propiedad privada tiene sus límites, pero no cabe duda que sin propiedad no se vive. No en vano Dios nos dice “no robarás” y “no codiciarás las cosas ajenas”. Vida y propiedad, son valores indispensables sin los cuales nada ni nadie subsiste. El convencimiento fundamental de estos dos valores, será la raíz esencial para poder combatir desde dentro el crimen organizado, especialmente en estas sus manifestaciones horrorosamente vergonzosas del crimen  como lo acontecido en el Casino Royal de Monterrey.

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