martes, 23 de agosto de 2011

Encontrando la Solución al Misterio


La única verdadera solución al problema del sufrimiento la da Dios Padre. Consiste en que "da" a su Hijo. El mal es el pecado y el sufrimiento la muerte. Con la cruz vence al pecado, y con su resurrección la muerte: Jn 3,16. El pecado se sigue conectando causalmente con el sufrimiento, aunque no necesariamente como pecado personal. Es el pecado original, el pecado del mundo, y la suma de todos los pecados personales. Al destruir Cristo al pecado y a la muerte destruye en sus raíces el sufrimiento, y los sufrimientos temporales obtienen una nueva luz: ya han sido radicalmente eliminados. Cristo en su vida mortal suprime con los milagros el dolor, asume el sufrimiento de todos y conscientemente lo padece en su cruz. En el “Siervo de Dios” del profeta Isaías se ve, todavía con mayor fuerza que en los Evangelios, el sufrimiento en la pasión de Cristo. Es sufrimiento redentor. Su profundidad se mide por la profundidad del mal histórico en el mundo y porque la persona que lo padece es Dios. Cristo, al problema del sufrimiento da respuesta con la misma materia de la pregunta: con el sufrimiento. Es un sufrimiento obediente al Padre (La oración previa a la pasión en Getsemaní). Su medida es infinita porque lo sufre Dios Hijo hecho hombre y “hecho pecado” por nosotros, que al ser Hijo no puede separarse del Padre y sin embargo se siente abandonado por el Padre. Pero de esta Cruz brota el alivio a todo el sufrimiento: la redención.

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