miércoles, 20 de julio de 2011

¿Cal es tu identidad?


La conciencia no se sitúa indiferentemente frente a la norma como frente a un objeto, sino que la norma, o sea la voluntad de Dios, se encarna en el mismo hombre creado y redimido por Dios y llamado a la salvación eterna. El hombre debe identificarse con la misma norma, de lo contrario, ésta no es auténtica.
La conciencia no puede ser suplida por la opinión moral de otros o por la instrucción de normas impersonales. Es la norma última de moralidad para el individuo, pero no puede convertirse en norma universal para la decisión en casos parecidos. El valor moral de una acción se mide por el dictamen que la conciencia ha emitido una vez ponderado todo el material disponible. Cuando persiste la duda hay que escoger el camino más seguro por 1. un esclarecimiento de la situación moral mediante la propia reflexión o con ayuda del consejo ajeno; cuando esto es imposible, 2. se debe buscar una decisión moralmente justificada a base de consideraciones morales de carácter general; 3. finalmente el cristiano debe buscar el bien y decidirse por él partiendo de toda su actitud moral, poniendo en juego la última fuerza moral de la persona, para emprender el camino  a través de una oscuridad irremediable, por puro amor y fidelidad a Dios.
La tentativa para superar estas dudas ha dado origen a los diversos sistemas morales. En todo caso, lo que siempre se impone es la prudencia.
Es evidente la primera afirmación de la identidad entre la norma y la persona, ya que la conciencia es la planificación de construcción del hombre. Y ésta debe ser personal, particular y no artificial. Cuando existen dudas, hay que estudiar lo más que se pueda y decidirse por lo que parece ser lo mejor, aunque haya oscuridad, siempre confiando en el amor y fidelidad de Dios "que es más grande que nuestra conciencia" y su misericordia es infinita.

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